viernes, 15 de mayo de 2015

La trinchera

¡Corre gay, corre!




Sería casi imposible contar la cantidad de insultos que ha ideado el ser humano para designar a las personas que son diferentes, desde aspectos físicos que se vuelven objeto de burlas, hasta las discapacidades más trágicas que pueden provocar compasión o admiración, dependiendo de la cultura y el criterio de cada persona, pero sin duda hay una arraigada creencia negativa sobre las preferencias sexuales consideradas “antinaturales” que ha derivado en un rechazo y fijación por ofender, lastimar y distanciar a quienes las poseen. Es común escuchar expresiones como marica, machorra o puto, ésta última fue causa de una llamada de atención en el mundial de Brasil 2014 por denotar homofobia de acuerdo a los estándares de la FIFA y saber que su uso en México es utilizado para designar a los hombres homosexuales de manera despectiva; defendiendo la diversidad sexual pero anunciando que sus dos próximas copas mundiales serán celebradas en países donde la homosexualidad es perseguida y penada, especialmente desde el inicio del mandato de Vladimir Putin y aún considerada un delito que puede llegar a merecer la pena de muerte en un país musulmán con aferrada tradición como Qatar.




El término homofobia podría inferirse como un terror compulsivo de acuerdo a la definición del DRAE, pero en el contexto que es utilizado se refiere a la aversión absoluta hacia toda persona con preferencias homosexuales, de manera obsesiva y que puede manifestarse con un rechazo personal o puede llegar hasta la agresión aún sin haber sido provocado por el individuo.
Pero estas actitudes de rechazo no han sido siempre así, pues en la antigua Grecia había además de cierto nivel de tolerancia, un estímulo para llevar a cabo algunos actos homosexuales dependiendo de la edad, el estrato social y las condiciones; mientras que en el Medievo llegó a ser penado con destierro o incluso la muerte el ser descubierto manifestando conductas homosexuales.
A pesar de ser aceptada en algunas sociedades como la griega e incluso se convertía en una tradición, el antiguo testamento lo condenada por ser considerado anti natural, y justificaba es desaprobación alegando que los judíos no debían cometer las mismas prácticas que los Canaanitas, quienes estaban condenados por el pecado de Cam, padre de Canaán quien recibió una maldición tras ver a su padre, Noé, desnudo.
Horus, el hijo de Osiris, cometió sodomía con Seth, quien “podía” reclamar el trono de Osiris ya que la sodomía era el castigo impuesto a los perdedores en una batalla y significaba el dominio sobre ellos.
La razón por la que muchos cristianos desaprueban la homosexualidad es que al leer los textos bíblicos del Génesis que aseguran que la procreación es una norma, incluso desde al antiguo testamento aparece la esterilidad como la peor maldición que puede caer sobre un judío; por lo tanto asumen que la condición de homosexual es una desviación y desobediencia a la voluntad de Dios sobre la heterosexualidad en la que se basó la creación.
A diferencia del antiguo testamento, el nuevo dejó de condicionar la inmortalidad personal al hecho de contraer matrimonio y procrear, ya que en el antiguo testamento asegura que la manera de alcanzar la inmortalidad es a través de los hijos del individuo.
El término Stuprum, utilizado en Roma durante el siglo III a.C., podía significar la violación de la integridad sexual de los ciudadanos nacidos libres, no condenando la sexualidad en sí, sino la violación de la posición sexual. Promulgada alrededor de 226 a.C., la Lex Scantinia llegaba a otorgar hasta la pena de muerte a los varones que fueran encontrados culpables de participar en relaciones sexuales inmorales como violaciones, libertinaje o incluso encuentros homosexuales, exceptuando el sexo con esclavos aún en formas consideradas ilegales ya que eso era visto como “uso de propiedad”.
Cuando el cristianismo comenzó a expandirse en las ciudades bajo el dominio romano, se decretó por órdenes de Marco Aurelio que todo ritual fuese llevado a cabo en secreto, hasta que se difundió la religión y se debilitó el imperio tras la muerte de Constantino, lo que convirtió a los paganos en los perseguidos. Una masacre contra ellos en el año 390 fue causada debido a que aunado al desagrado del emperador Teodosio, un comandante romano fue posiblemente seducido o sodomizado por el jefe militar romano de la ciudad de Tesalónica, y al ser encarcelado se desató una rebelión entre los paganos al ver a su héroe castigado por cristianos.
Las leyes civiles comenzaron a reflejar la doctrina cristiana y con ella, la desaprobación de la homosexualidad, a diferencia de las leyes romanas previas al cristianismo donde lo único penado debía involucrar los derechos de los menores libres. En el año 533, el emperador Justiniano extendió la Lex Julia que sólo penaba a los adúlteros, para que también los actos de lujuria entre hombres fueran castigados con la pena de muerte.
Tras la disolución del imperio romano y las invasiones germánicas a Roma, se acostumbró a enterrar vivos en pantanos a quienes cometían infamia corporal interpretada como conducta homosexual pasiva. Los estados germánicos de vieron influidos por el cristianismo y su propagación pero se desconocen los comentarios en las leyes acerca de la homosexualidad a excepción de la península ibérica donde era severamente castigada, ya fuera mediante la castración, el destierro o excomunión, al considerar los actos homosexuales como una depravación.




En la Bretaña del siglo XII, tras la sucesión de Guillermo el conquistador por Enrique I, se comenzó a volver algo público la conducta afeminada entre miembros de la corte y el arzobispo de Canterbury, Anselo, señaló que el pecado de la sodomía era cometido cada vez por más debido a que ignoraban qué tan grave era. En 1260 se introdujo una ley contra la sodomía en Orleans donde los hombres que cometieran el pecado serían mutilados y en caso de incurrir, morirían en la hoguera. En el reino de Castilla, los hombres que fueran descubiertos, serían castrados frente a la población, posteriormente serían colgados y sus cuerpos no serían bajados.
En el renacimiento no cambió notoriamente la visión que se tenía de la sodomía, seguía siendo considerada una aberración y un crimen que merecía la pena de muerte, pero dejaba de ser algo inaceptable de comentar y se le hacía mención en la literatura, aunque con eufemismos como “el arte de Ganimedes”. Incluso Dante los situó en el Séptimo Círculo de su infierno, señalándolos como los responsables de la violencia contra Dios, quienes han roto el orden natural.
El concilio de Diez en Venecia, penaba la homosexualidad con diversos métodos de tortura como mutilación y a los sodomitas con la muerte, a través de la decapitación o la hoguera; todo esto tras establecer leyes en 1458 que prohibieran el acceso a algunos lugares como salones por ser reportados como los sitios con mayor probabilidad de ser escenarios de actos homosexuales.
Otra condena notoria para homosexuales y sodomitas además de la hoguera, lapidación y castración, en la España inquisidora y cuya persecución de herejes estaba liderada por Tomás de Torquemada; aproximadamente el veinte por ciento de la gente acusada de sodomía en Barcelona, Zaragoza y Valencia, recibía la pena de muerte.
En los últimos años, aún hay leyes contra homosexuales en países del medio oriente, tales como Arabia Saudita, Quatar, Irán, Emiratos Árabes, Yemen, Afganistán donde aún es merecedor de la pena capital todo aquel que sea encontrado culpable, y otros al norte de África como Marruecos y Egipto donde pueden llegar a sentenciarlos con cadena perpetua.
Aún en las últimas décadas del siglo XX, existía una ley en Georgia donde se penaba con una elevada multa la ejecución de actos homosexuales sin importar la edad, el lugar y el motivo por el cual se realizaran.



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