¡Corre
gay, corre!
Sería
casi imposible contar la cantidad de insultos que ha ideado el ser humano para
designar a las personas que son diferentes, desde aspectos físicos que se
vuelven objeto de burlas, hasta las discapacidades más trágicas que pueden
provocar compasión o admiración, dependiendo de la cultura y el criterio de
cada persona, pero sin duda hay una arraigada creencia negativa sobre las
preferencias sexuales consideradas “antinaturales” que ha derivado en un
rechazo y fijación por ofender, lastimar y distanciar a quienes las poseen. Es
común escuchar expresiones como marica,
machorra o puto, ésta última fue
causa de una llamada de atención en el mundial de Brasil 2014 por denotar
homofobia de acuerdo a los estándares de la FIFA y saber que su uso en México
es utilizado para designar a los hombres homosexuales de manera despectiva;
defendiendo la diversidad sexual pero anunciando que sus dos próximas copas
mundiales serán celebradas en países donde la homosexualidad es perseguida y
penada, especialmente desde el inicio del mandato de Vladimir Putin y aún considerada
un delito que puede llegar a merecer la pena de muerte en un país musulmán con
aferrada tradición como Qatar.
El
término homofobia podría inferirse como un terror compulsivo de acuerdo a la
definición del DRAE, pero en el contexto que es utilizado se refiere a la
aversión absoluta hacia toda persona con preferencias homosexuales, de manera
obsesiva y que puede manifestarse con un rechazo personal o puede llegar hasta
la agresión aún sin haber sido provocado por el individuo.
Pero
estas actitudes de rechazo no han sido siempre así, pues en la antigua Grecia
había además de cierto nivel de tolerancia, un estímulo para llevar a cabo
algunos actos homosexuales dependiendo de la edad, el estrato social y las
condiciones; mientras que en el Medievo llegó a ser penado con destierro o
incluso la muerte el ser descubierto manifestando conductas homosexuales.
A
pesar de ser aceptada en algunas sociedades como la griega e incluso se
convertía en una tradición, el antiguo testamento lo condenada por ser considerado
anti natural, y justificaba es desaprobación alegando que los judíos no debían
cometer las mismas prácticas
que los Canaanitas, quienes estaban condenados por el pecado de Cam, padre de
Canaán quien recibió una maldición tras ver a su padre, Noé, desnudo.
Horus, el hijo de Osiris, cometió sodomía con Seth,
quien “podía” reclamar el trono de Osiris ya que la sodomía era el castigo
impuesto a los perdedores en una batalla y significaba el dominio sobre ellos.
La razón por la que muchos cristianos desaprueban la
homosexualidad es que al leer los textos bíblicos del Génesis que aseguran que
la procreación es una norma, incluso desde al antiguo testamento aparece la
esterilidad como la peor maldición que puede caer sobre un judío; por lo tanto
asumen que la condición de homosexual es una desviación y desobediencia a la
voluntad de Dios sobre la heterosexualidad en la que se basó la creación.
A diferencia del antiguo testamento, el nuevo dejó
de condicionar la inmortalidad personal al hecho de contraer matrimonio y
procrear, ya que en el antiguo testamento asegura que la manera de alcanzar la
inmortalidad es a través de los hijos del individuo.
El término Stuprum, utilizado en Roma durante el
siglo III a.C., podía significar la violación de la integridad sexual de los
ciudadanos nacidos libres, no condenando la sexualidad en sí, sino la violación
de la posición sexual. Promulgada alrededor de 226 a.C., la Lex Scantinia
llegaba a otorgar hasta la pena de muerte a los varones que fueran encontrados
culpables de participar en relaciones sexuales inmorales como violaciones,
libertinaje o incluso encuentros homosexuales, exceptuando el sexo con esclavos
aún en formas consideradas ilegales ya que eso era visto como “uso de
propiedad”.
Cuando el cristianismo comenzó a expandirse en las
ciudades bajo el dominio romano, se decretó por órdenes de Marco Aurelio que
todo ritual fuese llevado a cabo en secreto, hasta que se difundió la religión
y se debilitó el imperio tras la muerte de Constantino, lo que convirtió a los
paganos en los perseguidos. Una masacre contra ellos en el año 390 fue causada
debido a que aunado al desagrado del emperador Teodosio, un comandante romano fue
posiblemente seducido o sodomizado por el jefe militar romano de la ciudad de
Tesalónica, y al ser encarcelado se desató una rebelión entre los paganos al
ver a su héroe castigado por cristianos.
Las leyes civiles comenzaron a reflejar la doctrina
cristiana y con ella, la desaprobación de la homosexualidad, a diferencia de
las leyes romanas previas al cristianismo donde lo único penado debía
involucrar los derechos de los menores libres. En el año 533, el emperador
Justiniano extendió la Lex Julia que
sólo penaba a los adúlteros, para que también los actos de lujuria entre
hombres fueran castigados con la pena de muerte.
Tras la disolución del imperio romano y las
invasiones germánicas a Roma, se acostumbró a enterrar vivos en pantanos a
quienes cometían infamia corporal interpretada como conducta homosexual pasiva.
Los estados germánicos de vieron influidos por el cristianismo y su propagación
pero se desconocen los comentarios en las leyes acerca de la homosexualidad a
excepción de la península ibérica donde era severamente castigada, ya fuera
mediante la castración, el destierro o excomunión, al considerar los actos
homosexuales como una depravación.
En la Bretaña del siglo XII, tras la sucesión de
Guillermo el conquistador por Enrique I, se comenzó a volver algo público la
conducta afeminada entre miembros de la corte y el arzobispo de Canterbury,
Anselo, señaló que el pecado de la sodomía era cometido cada vez por más debido
a que ignoraban qué tan grave era. En 1260 se introdujo una ley contra la sodomía
en Orleans donde los hombres que cometieran el pecado serían mutilados y en
caso de incurrir, morirían en la hoguera. En el reino de Castilla, los hombres
que fueran descubiertos, serían castrados frente a la población, posteriormente
serían colgados y sus cuerpos no serían bajados.
En el renacimiento no cambió notoriamente la visión
que se tenía de la sodomía, seguía siendo considerada una aberración y un
crimen que merecía la pena de muerte, pero dejaba de ser algo inaceptable de
comentar y se le hacía mención en la literatura, aunque con eufemismos como “el
arte de Ganimedes”. Incluso Dante los situó en el Séptimo Círculo de su
infierno, señalándolos como los responsables de la violencia contra Dios,
quienes han roto el orden natural.
El concilio de Diez en Venecia, penaba la
homosexualidad con diversos métodos de tortura como mutilación y a los
sodomitas con la muerte, a través de la decapitación o la hoguera; todo esto
tras establecer leyes en 1458 que prohibieran el acceso a algunos lugares como
salones por ser reportados como los sitios con mayor probabilidad de ser
escenarios de actos homosexuales.
Otra condena notoria para homosexuales y sodomitas
además de la hoguera, lapidación y castración, en la España inquisidora y cuya
persecución de herejes estaba liderada por Tomás de Torquemada; aproximadamente
el veinte por ciento de la gente acusada de sodomía en Barcelona, Zaragoza y
Valencia, recibía la pena de muerte.
En los últimos años, aún hay leyes contra
homosexuales en países del medio oriente, tales como Arabia Saudita, Quatar,
Irán, Emiratos Árabes, Yemen, Afganistán donde aún es merecedor de la pena
capital todo aquel que sea encontrado culpable, y otros al norte de África como
Marruecos y Egipto donde pueden llegar a sentenciarlos con cadena perpetua.
Aún en las últimas décadas del siglo XX, existía una
ley en Georgia donde se penaba con una elevada multa la ejecución de actos
homosexuales sin importar la edad, el lugar y el motivo por el cual se
realizaran.